29 abr 2011

Oda al pensamiento

I

Mis pasos se acompañan,
derecho complementa a izquierdo;
ellos se aman en silencio.

Pensamientos diáfanos
que reviven al más antiguo
hubiera,
que se vuelve fuego.

Nada es claro,
neblina,
sin faros.

II

Estoy cansado,
mas no viejo,
mas no vivo,
porque a ratos muero.
Y no despierto.
Soy un joven muerto.

Árboles que se molestaron
y me retiraron el habla,
hora de buscar
identidad en una dama.

III

Confusión,
marcapasos,
todos estamos buscando
y nunca lo encontramos.

Confusión,
alcohol;
todos estamos bebiendo,
pero a ningún otro duele el corazón.
(¿)Sólo a mi(?)
o al menos eso creen.

IV

Marginal conciencia de lo efímero
que con lastimero rencor
se ha juntado con la memoria.
Paradoja,
Infinito agujero negro.
Desespero.

Matinal hambruna de tango y hechiceros.

V

Las letras coloridas en el cielo
provocan de algunos la ilusión.
Las letras negras en mi pecho
causa son de su temor.
Las letras grises en mis sesos
el microcosmos hipotalámico destrozan.

¡Me cagan las letras rosas!

Engañan,
rastreras
y vuelven a los idealistas y románticos,
los perros más infelices.

No sé a ustedes,
pero las noches ausentes
me pesan,
me pasan,
y no calientan,
ni enamoran,
porque no abrazan.

Algo sigue haciendo falta.

VI

Pausa
¿Cómo he llegado aquí?
La balsa destrozada,
los sueños destrozados.
Tormenta asesina.

VII

Nadie puede definir al tiempo,
nadie puede definir el espacio,
sombras son de la abstracción humana.

Nadie puede definir el amor,
porque es la metarepresentación
de las necesidades internas
que ni siquiera el Glorioso conoce.

VII

Confuso, muy confuso,
así es el andar de mi alma cansada
que se autodestruye,
que se demorana
y jamás se vuelve a crear.

18.ago.2010

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