7 ene 2011

Miseria.

Los cojines siguen respirando
las pesquizas de amapola
que dejaste pululando,
flor de caña, en mi cuarto.

Mientras las paredes te siguen buscando,
desgracia suya, en las historias
acartonadas y vacías que nadie ha contado.

Porque quise que te fueras
y entre mi llanto
me aferré de lo que nadie
jámas me había contado.

Que si callan entonces las palomas
se termina lo que había comenzado
entre nubes azules en cielo blanco
y ángeles morbosos que callaban, aguardando.

Es ahora en el silencio tierno
que me poseé endemoniada nostalgía
por las ansias de estar contigo,
de morir contigo,
de vivir sin ti.

Ahora que ya no somos nada
o quizás sólo una palabra olvidada,
es posible que se acabe el agua
o que no haya amanecer mañana.

Porque son éstas las mismas ganas
de odiar las site letras de tu nombre
y de añorar el oxígeno que me has robado,
aunque me desprecies, yo te amo.

No sé si sepas hoy que mi corazón no siente,
más que las lágrimas que recorren mi piel,
cuando al fin me perdone y te deje marchar
como marchan los sueños en la obscuridad.

Y no creas que sufro porque tu boca ya no es mía
ni porque tu voz es ahora lejana como la infancia,
sufro porque sufrir me encanta
como recordarte sobria como antes en la madrugada.

Sufro porque aún te siento
tocando la guitarra de un buen réquiem
mientras te observo observándome
mientras mi aroma busca mesclarze con el tuyo para ser perfecto.

y recuerdo las dos cartas que escribiste
con las eses largas y tinta diamantada
en una caja ya olvidadas
ellas también se olvidaron de mi.

llegó simplemente el momento
en que el niño que contaba historias de su senectud
se quedó dormido entre los helechos
de una noches alcoholizada de la que nunca despertó.

Si esto no parece poesía
entonces que no lo sea,
porque lo que amor parecía
terminó siendo miseria.