28 jul 2009

A un amigo...

En el cielo nocturno hay corazones,
brillantes los cercanos y opacos los distantes.

Como lluvia se presenta la nostalgia
y desaparecen los astros tras
la nube gris acechante.

Se acaba mi sed de juventud
que creí infinita y me lanzan
flechas al pecho las estrellas.

Aquí donde la soledad es pura
y no se mezcla con la indiferencia
me hace flata purgar mis letras.

Se aquietan los reproches de
mi conciencia y mueren tristes
los temores dentro de una botella.

La vida sabe a nada cuando se es pequeño,
y no es que me sienta maduro,
sólo quiero serlo.

Vamos, sientate a mi lado ahora
que nos entendemos,
bebe conmigo temores muertos
con un poco de veneno,
cerremos los ojos y hablemos
hasta que ya no funcione el cuerpo,

así libraremos culpas y
rencores viejos, pero que sea
ahora porque mañana es tarde amigo
y yo me sigo haciendo viejo...

Beba conmigo usted
que tiene sed joven,
muera con ese rencor
ajeno.

1 comentario:

Elena dijo...

Si... hay que ahogar las penas en lagrimas, en olvido o en buen tiempo.