20 feb 2010

extrañándote

No sé cuándo olvide
conjugar los verbos de tu alegría,
ni cómo fue que
aburrieron a tu piel mis caricias.

Buscando palabras
con siete letras para llenar
el crucigrama de mi vida,
sigo bebiendo gotas de agua
destiladas de mi fantasía.

Tú bien sabes que
empeñe todo lo que tenía
sólo por un beso, por un minuto,
por un falso te quiero,
por estar a tu lado aunque
siempre estuvieses vacia.

Pero no pudiste tener
un poco de compasión
por este hombre crucificado
en la soledad y la miseria.

Tú sabes que no dejé
de soñar por estar borracho,
sino porque tú disparaste
a mis sueños la bala
de tu desprecio;
y ahora mira.

Yo aquí, pensando en ti,
yo aquí escribiendo a nadie,
sabiendo que perdí la
apuesta, sin música, sin compañía,
sin más poesía, sin tu voz,
sin tu risa, con mi botella
de besos media llena,
con mi herida cardiaca
sangrando la tinta que
gracias a ti por mis venas corría,
con mi acompañante la
perpetua melancolía
y el cuerpo vacio entre ambas costillas.

¿Y tú? Pregunto ahora,
Será que recuerdas este
costal de huesos que
fétido te espera, sabiendo
de antemano que tendré que
ir corriendo por un cigarro
para fumarte mientras no llegas.

¿Y tú? Pregunto fulminado,
reescribiendo mi historia
en estas miserables líneas
que ya no piden ayuda
porque saben que la han perdido,
que ya no piden compañía
porque saben que la han tenido,
que no piden nada más que
saber, amada mía, a dónde has ido.

Y entre alegrijes idealistas
y catrinas enamoradas,
lanzó al cielo el grito de guerra
que culminará la nada que en mi queda,
envió mi mensaje a los más
reconditos lugares, donde
ni las hormigas sordas
querrán escucharme.

Soy el hombre amigo de todos
condenado a vivir en la sombra
de mi desidia, de mi amor,
del capricho de mi piedra roja,
ahora hecha arena y la arena
al desierto y el desierto a tu
lugar donde ni el recuerdo
pesa, donde ni mi persona
se te atraviesa en un profano pensamiento,
entre las metáforas de un cuento,
ni entre el sexo que contento
duerme sin saber que yo te espero.

A la mierda primavera,
a la mierda mi razón,
que me muera antes
de que vuelvas, para
que deje implorar por tu presencia,
siempre ausente, mi estupido corazón.

No hay comentarios: