10 may 2009

Desperté sudando.

I

Era mayo había en mi habitación más calor que de costumbre, di vueltas en mi cama y no podía dormir por el calor sofocante.
Me levanté y tomé un vaso de agua, me amarré el cabello, miré el reloj 3:15, muy temprano.
Regresé a la cama y seguí dando vueltas hasta que me venció el sueño. Tenía que dormir, pues al día siguiente ella vendría a vivir conmigo, aquí en este lugar que hasta ahora había permanecido oscuro. Bueno, posiblemente no entiendas lo que te estoy contando y es algo difícil de explicar, pero voy a intentarlo.
Yo, un loco diluido entre la sociedad busqué siempre a esa persona que de otra vida había perdido, la dibujaba en poesía, en sueños, en suspiros, la hacía real en las tardes de ocio y en las noches de vicios. Hasta que la vi por ahí esperando no sé qué cosa y la observé en silencio por mucho tiempo; andaba tras su aroma, tras su rastro, como un perro sarnoso que busca alimento, cohibido, lleno de un sentimiento vago y furtivo.
Pasaron así años, pero un día hablamos fue su voz tan dulce y su mirada tan curiosa que no pude evitar colapsarme y después cortejarla. Tanto tiempo a su lado, no lo sé, soy malo para las fechas, quizás trece o catorce años y fue ayer cuando le dije que viniera a vivir conmigo, no muy convencida, entre las velas y el vino, aceptó.

II

Hoy fue un día excepcional, estuvimos juntos hasta tarde, besándonos, disfrutando y al llevarla a su casa no queria dejarla, se notaba insegura de su decisión, pero yo estaba seguro, había aceptado y vine a mi casa. Al sentirme tranquilo después de un buen rato, cansado me fui a la cama y estuve vacilando el sueño hasta las 3:15, me levanté y tomé un vaso de agua, me amarré el cabello, regresé a la cama y me quedé dormido.
Eran las 5:30 a.m. y desperté sudando, un sudor frío que contrastaba con el calor de mi cuarto, pensé que estaba enfermo, pero no, fue la pesadilla, sí, la pesadilla.
Ella y yo estábamos juntos en la cama y comenzamos a discutir como siempre se exaltó por su carácter voluble y gritó y gritó. Yo que siempre he sido tranquilo y comprensivo me perdí en mi locura y en la suya. ¡No sé qué me sucedió Dios mío! Tomé su cuello entre mis manos y la maté, la maté llorando, luchó, pataleó, intentó defenderse, pero mi corpulencia y mis venas inflamadas la sometieron. Poco a poco dejó de luchar su cara se puso azul, sus uñas enterradas en mis brazos, y su último aliento se perdió cuando me alejé. Me senté en el piso, a un lado de la cama, a un lado de su cuerpo y su cara que veía al techo cayó de lado, como si hubiera querido verme y sus ojos blancos me despertaron.
Me quedé en la cama con los ojos bien abiertos como media hora, como todo el día hasta que sonó el despertador y fue momento de levantarme.

III

Estuve consternado por el sueño, pero mi vieja decía que cuando sueñas la muerte de alguien haces que esa persona viva más tiempo y la idea me consoló por un rato.
Hice mis labores cotidianas, me arreglé y fui a buscarla. ¡Oh! Estaba hermosa, como nunca, sonriente, para entonces sus miedos se habían disipado, sus padres estuvieron de acuerdo, estuvimos en su casa un rato y nos fuimos.
Celebramos, aquel día fue como ninguno.
Estuvimos cansados fuimos a dormir.
Pasó la noche entre mis brazos, en la cama, con su aroma a maderas que me enerva y me sentí tan bien que se acabó el insomnio.
No sé cuánto tiempo pasó, pero ya me sentía incomodo de tanto dormir. Algo pasaba, yo no estaba costado, sentí frío, mi cara mojada, abrí los ojos y estaba en el piso sentado, levanté la mirada y me mataron sus ojos blancos.

2 comentarios:

Elena dijo...

ahhh ¡genial! me gusto el asesinato. Y la pesadilla.

Nycher dijo...

quieres un comentario mio; no lo tengo, no puedo comentar algo que yo nunca he hecho, carnal, tienes mi respeto, mir que escribir un cuento, no importa la cantidad de palabras, sino el contenido, no tengo palabras, no muchas, estas en otro nivel.... sigue esribiendome y sigue ayudandome a escribir. ...¡¡
bendiciones