14 jun 2010

il gati neri

Mis venas se hicieron ceniza,
un mar obscuro que nadie visita,
allí el gato negro en la cornisa
un dolor en el alma que no se termina.

Una mañana diluida en sueños,
matinal hambruna que no se aquieta.
La mansedumbre de mis adentros
se vuelve espuma de mi boca sedienta.

Más allá del horizonte mi morada destruida,
caminos de vidrio que no van a ningún lado,
tinieblas de mi conciencia distraída,
en sábanas de arena mi lecho salado.

Una esperanza más mutilada
en vano el seguir cerrando las ventanas,
la luz penetra, realidad amada.
Una canción en la mar enterrada.

Gato negro maúlla y eriza la piel,
la luna ausente deja brillar sus ojos,
el miedo me vuelve papel
y en una lluvia ácida me mojo.

Yo sé que la noche si fue a visitarte,
que en baños argentinos tu voz se levanta
esta vez no podré estar ahí. Ausente.
A mi rosario de penas agrego una cuenta.

Escribir desde hace un rato también duele,
la tristeza que se ha vuelto mi alegría
no me abandona ni cuando saludo la muerte.
es condena la presente algarabía.

Porque una noche concebí un bastardo,
porque ese bastardo es un idiota,
ahora cuido de su llanto
cuando el gato negro por la ventana asoma.

Y todo el palabrerío para que la mar siga sola,
una letra,
una espina,
una esquirla traidora.
Y aunque no quiera yo esta vida,
por la mañana una rosa en mi ventana está erguida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De lo más exquisito que he leído del señor citlalminantzin, excelente, tiene musicalidad, pasión; la sangre de un poeta

Nycher dijo...

Muy agradable leerlo, muy grato, tiene dolo, me gusta amigo..
una raya mas al tigre no?