24-10-2008
A ti:
Me acosté solo, como me es costumbre estuve esperándote hasta que me quede dormido. Recuerdo que a media noche sentí tu cuerpo tibio a un lado del mío. Desperté y te mire a los ojos, nos miramos ¿Recuerdas el momento en que se juntaron nuestros labios? Amor perdido te había encontrado en la infinita tristeza que obscurece mi cuarto.
Te mire, nos miramos. Qué hermoso es el mundo cuando estás en mis brazos.
En esos momentos sentía tus pies fríos y recordaba todas esas cosas que hicimos juntos. El caminar pausado por el parque, y los besos detrás de aquel árbol, las noches de música y disfrute, la tardes de estar abrazados conversando. Los recuerdos.
Tus labios asaltaron los míos y al suspirar llevaste mi alma contigo.
¡Dios mío! Sentí que esa noche realmente fue un siglo, después de tanto tiempo durmiendo solo, estuviste conmigo. Y todo fue así de exacto como debe ser.
Antes del amanecer, recuerdo, tomaste mi mano y yo que te amo bese la tuya. Pusiste tu cabeza en mi pecho mientras yo acariciaba tu cabello rizado. Cuando el sol tocó mis parpados fue muy fuerte para mí darme cuenta de que te habías marchado.
Estuve pensando y me decidí a levantarme, al hacerlo me mire en el espejo y me percate de que cada día me pongo más pálido, observé que a mis espaldas hay un altar con tu foto.
Amor mío ¿Por qué me has abandonado?
Señor ¿Por qué ahora no me llevas con ella?
Soy hombre, y mi padre decía que los hombres no lloran, pero yo te extraño. Me hice pedazos cuando recordé que estas muerta y no soporté las ansias de contarte mi experiencia.
Pongo sobre tu tumba esta carta aunque sé no podrás leerla. Amada, Espero encontrarte de nuevo en otra vida, o quizás en otra noche como esta.
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